











Elementos Impares
Si lo elemental es lo que compone a la materia, ¿qué elementos configuran nuestra vida? O mejor dicho: ¿cuáles son los recuerdos elementales? El número atómico se antoja vastísimo.
Con método científico y prosa subjetiva, Cris Winters explora y transmuta su propia vida del recuerdo a la ficción. En esta primera novela clasifica sus memorias según su peso o su levedad, y las ordena en una tabla no periódica: catártica.
Cada una de sus frases se siente molecular: palabras reactivas se entrelazan ante la química orgánica y definitiva de su escritura.
Cuernavaca. Ciudad de México. De los noventa al dos mil veintidós. De la niñez al terremoto. El amor como el núcleo radioactivo que contamina y a la vez da vida a todo. Su recuento: el eco de una generación. Un elemento por capítulo. Cada uno es un recuerdo preciso, fractal, doloroso muchas veces, fascinante sin excepción.
Si lo elemental es lo que compone a la materia, ¿qué elementos configuran nuestra vida? O mejor dicho: ¿cuáles son los recuerdos elementales? El número atómico se antoja vastísimo.
Con método científico y prosa subjetiva, Cris Winters explora y transmuta su propia vida del recuerdo a la ficción. En esta primera novela clasifica sus memorias según su peso o su levedad, y las ordena en una tabla no periódica: catártica.
Cada una de sus frases se siente molecular: palabras reactivas se entrelazan ante la química orgánica y definitiva de su escritura.
Cuernavaca. Ciudad de México. De los noventa al dos mil veintidós. De la niñez al terremoto. El amor como el núcleo radioactivo que contamina y a la vez da vida a todo. Su recuento: el eco de una generación. Un elemento por capítulo. Cada uno es un recuerdo preciso, fractal, doloroso muchas veces, fascinante sin excepción.
Si lo elemental es lo que compone a la materia, ¿qué elementos configuran nuestra vida? O mejor dicho: ¿cuáles son los recuerdos elementales? El número atómico se antoja vastísimo.
Con método científico y prosa subjetiva, Cris Winters explora y transmuta su propia vida del recuerdo a la ficción. En esta primera novela clasifica sus memorias según su peso o su levedad, y las ordena en una tabla no periódica: catártica.
Cada una de sus frases se siente molecular: palabras reactivas se entrelazan ante la química orgánica y definitiva de su escritura.
Cuernavaca. Ciudad de México. De los noventa al dos mil veintidós. De la niñez al terremoto. El amor como el núcleo radioactivo que contamina y a la vez da vida a todo. Su recuento: el eco de una generación. Un elemento por capítulo. Cada uno es un recuerdo preciso, fractal, doloroso muchas veces, fascinante sin excepción.